Soy una mujer blanca de 38 años, de 1.65, delgada y me pinto el cabello de rubio, muchos dicen que soy muy atractiva y la verdad yo me siento muy atractiva, no tengo unos grandes senos ni un tremendo trasero pero me veo en el espejo y creo que mis senos son apropiados para mi cuerpo y me gusta mi trasero no muy grande pero levantadito y se me facilita vestir a la moda y creo que todo se me ve bien.
Mi esposo es un poquito mayor y es de mi estatura pero si me pongo tacones me veo mucho más alta pero eso no le incomoda; es moreno, llenito, lampiño y de cabello negro y grueso, no es el más guapo pero es el más hombre que conozco, es luchón, determinado, tenaz, inquebrantable, le gusta hacer el amor los fines de semana, desde que terminó la primaria tuvo que trabajar para ayudar a mantener su casa pero después estudió la secundaria, la prepa, la carrera y hasta un postgrado y actualmente está estudiando otro postgrado, tiene un buen puesto en una empresa de prestigio y vivimos más que bien, tenemos dos hijos en primaria. Lo admiro mucho y lo amo y disfruto mucho su forma un tanto salvaje de hacer el amor porque siento que se me entrega totalmente, a pesar de que es un poco rudo porque así es su personalidad no me cabe duda que me ama, sin embargo, así como yo y como cualquier persona, siente curiosidad de experimentar sensaciones diferentes y sé que tiene sus aventurillas pero no me importa mientras yo no deje de ser su verdadero amor, así como yo no dejo de amarlo a pesar de que también tengo mis aventurillas.
Mi primer amante es un amigo que conozco desde antes de conocer a mi esposo, lo llamo Corazoncito, nos vemos los lunes en las mañanas, nos conocemos desde que tenía yo como 21 años y el casi 40, siempre ha sido mi confidente y consejero y me alentó a casarme con mi esposo cuando le platicaba lo maravilloso que era y de recién casada dejé de verlo un tiempo pero poco después volví a buscarlo porque me encanta su forma de hacerme el amor, desde la primera vez que salí con él me llevó a cenar, a tomar una copa y después a un motel y me sedujo de una forma tan delicada y me trató con tanta amabilidad y delicadeza que caí rendida en sus brazos, me desnuda lentamente y me da besitos en cada centímetro de mi cuerpo, no para de decirme lo bonita que soy y lo mucho que le gusto y antes de entrar en mi me da muchos besitos y caricias con su lengua en mis partes más sensibles y me pone tan deseosa que casi le suplico que no espere más y entre de una vez, luego se mueve suavemente y me eleva poco a poco hasta casi llegar al éxtasis y antes del final tengo que moverme impetuosamente para poder explotar en un delicioso y prolongado orgasmo, a él le prende que yo me ponga impetuosa y también explota como yo, nunca es rápido e impetuoso sino despacio y suave y no le gustan las posiciones rebuscadas sino las cómodas y placenteras, por su suavidad es el único hombre al que le permito entrar por atrás y además me gusta, ¡me gusta mucho como me hace el amor!
Mi segundo amante es un amigo del gimnasio que conozco desde hace como dos años, es más o menos como de mi edad, lo llamo mi Vikingo, es alto, muy fornido, rubio bronceado y velludo, ¡esta completamente delicioso!, me encanta tocar su cuerpo firme, ¡me vuelve loca!, puedo sentir cada uno de sus músculos, es impetuoso pero lo controlo muy bien, únicamente tenemos sexo los viernes en la noche un viernes si y otro no en el gimnasio, los viernes en la noche porque es cuando casi nadie va al gimnasio y nos quedamos hasta que todos se van y tenemos sexo en los aparatos del gimnasio, él sabe cuando quiero tener sexo porque comienzo a acariciarle su hermoso torso pero únicamente le permito bajarme los pantalones o lo que traiga hasta la mitad de los muslos y que entre como pueda, ¡es muy divertido y no tardo mucho en explotar de placer!, el sí se desnuda por completo excepto los tenis y eso me encanta; a veces lo hacemos de pie, me toma con fuerza del trasero y entra por delante, casi me carga, yo me sujeto de sus grandes y musculosos brazos; otras veces me acuesta en una banca de ejercicio, me levanta las piernas hasta sus hombros me sostiene con fuerza de la cintura y entra por abajo; otras veces me inclino, me apoyo en la pared o en algún aparato de ejercicio y me toma de la cintura y entra a mi vagina por atrás, a veces quiere entrar “por la puerta trasera” pero no se lo permito, es demasiado impetuoso, no confío en que tenga suficiente cuidado. Constantemente quiere bajarme más los pantalones o quitarme la demás ropa o que vayamos a los vestidores pero yo le digo todo lo que estoy dispuesta a ofrecerle es eso y nada más: los pantalones hasta mitad de los muslos, si lo quiere tomar adelante, si no le es suficiente entonces terminamos… y se calma y seguimos tan contentos como siempre, además ¡es muy divertido!, ¡me encanta tener sexo en el gimnasio con mi Vikingo!
Mi tercer y último amante es un muchachito de a penas unos 20 años, lo llamo mi Principito, es un muchachito delgadito, blanco, alto, guapo y encantadoramente tierno, tenemos sexo los miércoles desde hace casi un año, un miércoles si y otro no, la semana que tengo sexo con mi Vikingo no tengo sexo con mi Principito y viceversa, mi Principito es vendedor de calle en la empresa donde yo trabajo pero le toca guardia en la oficina los miércoles; me pareció una encantadora ternurita porque estando solos cuando uso falda corta que es casi siempre me mira excitado y nervioso las piernas desde su escritorio y yo cruzo la pierna y me inclino un poco hacia un lado para mostrarle un poco más y se pone tan nervioso y excitado que le tiemblan las manos y respira agitadamente y me da mucha risa, un miércoles como a las 10 de la mañana (que es cuando la oficina está completamente sola) estaba tan excitado mirándome las piernas que no se dio cuenta de que yo lo estaba mirando y cuando se dio cuenta se volteo muy apenado a mirar hacia otro lado y yo me reí, me pareció encantador, fui hasta su escritorio y le pregunté “¿te gusto, Principito?”, él no supo que decir, solo me miró con cara de espanto y yo estaba encantada con su timidez y su candidez, tomé su cara entre mis manos y lo besé, no cabía en su asombro, le dije “ven”, lo tomé de la mano y lo llevé a un pequeño privado al fondo de la oficina donde está la cafetera y unos estantes con archivo muerto, lo abracé y lo besé en la boca y en el cuello, desabroché dos o tres botones de su camisa y le besé el pecho, un pecho casi de niño, luego me agaché y abrí el zipper de su pantalón y ¡oh, sorpresa!, encontré un miembro de buen tamaño, comencé a acariciárselo con la boca y la lengua y comenzaron a temblarle las piernas, ¡yo estaba muy divertida!, luego me levanté, lo guie para que se sentara en una silla y me senté en él a horcajadas, estaba paralizado de terror así que yo misma me hice a un lado el panty para “destapar la entrada” y tomé su gran miembro para guiarlo a entrar en mí, fui empujando poco a poco, despacio para poder recibir a semejante grandulón, él cerró los ojos y suspiraba de placer, tomé sus manos para ponerlas sobre mi trasero y comencé a moverme, sentía perfectamente su gran talla en mi interior y pensé “es tan dulce y tierno que casi me parece una contradicción que sea tan grande” y me pareció una gran delicia, me acercaba rápidamente a la cumbre del placer cuando sentí claramente sus espasmos eyaculatorios y eso disparó de inmediato mi culminación, sin palabras, sin desnudarnos, en pocos minutos; ¡guau!, no disfrutaba tanto un “rapidito” desde la prepa. Me levanté y fui al baño a asearme, repasarme el maquillaje y acomodarme la ropa y cuando regresé él estaba en su escritorio con una dulce e inocente gran sonrisa, yo le sonreí también y le mandé un beso y me puse el dedo índice sobre los labios en señal de que guardara silencio. En siguientes ocasiones lo guie para hacerlo de diferentes maneras, ¡es tan dócil!, siempre empiezo acariciando su miembro con la boca y la lengua, ¡me encanta comenzar así!; una vez me acosté en la mesita del café, le pedí que se pusiera de pie entre mis piernas, “levanta mis piernas, haz a un ladito mi panty, entra despacio, empuja lento hasta el fondo, toma mi cintura, acaricia mis piernas y mi trasero, ¡bésame!, ¡besa mi pecho!, ¡empuja fuerte!, ¡más fuerte, más fuerte!”, es una de las posiciones que más me gustan con él porque lo siento más profundo; en otra ocasión apoyé las manos en la mesita de café y puse mi trasero frente a él y le dije “levanta mi falda, bájame el panty, besa mi trasero, entra con cuidado, despacio, sujeta mi cintura, ¡acelera!… ¡empuja!… ¡acaricia mi espalda!… hace todo lo que le pido como se lo pido y sin protestar; ah, una más que también me gusta mucho, le pido que se siente en una silla y yo me siento en sus piernas con mis piernas abiertas pero dándole la espalda, de esta forma me apoyo en mis rodillas y me agacho lo suficiente para ver perfectamente como entra y sale “el grandulón”, solo de ver como resbala dentro de mi su grandeza exploto casi de inmediato y me gusta sentir momentos después sus fuertes espasmos de éxtasis.
Así es como disfruto del sexo con muy diferentes caballeros de formas totalmente distintas, sin involucrar sentimientos profundos más que con mi amado esposo, aunque el deseo sexual es en si mismo un sentimiento bastante profundo y su satisfacción es tan placentera que puede llenar emocionalmente a muchas personas haciéndolos que confundan sexo con amor, pero como para mi eso está bastante claro, el inmenso placer que me hacen sentir mis amantes no interfiere con el profundo amor que le tengo a mi esposo, así que creo que debemos disfrutar mientras el cuerpo lo permita.
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Mi marido y mis tres amantes
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